lunes, 4 de abril de 2011

La sangre altera

Aunque hace unos días que llegamos al equinoccio de primavera, ésta, de verdad, ha llegado hoy. Sol, calor, luz, bichitos, he empezado a estornudar, tengo sueño y sobre todo estoy bastante derrengado. Siempre me pasa lo mismo. Empiezan a abrirse las flores y a mi me entra una modorra que ni el "aprendiz de vago". Lo del aprendiz de vago lo tengo que explicar. Pues señor, cuentan que había un muchacho, tan vago, tan vago que su padre, desesperado de tanta molicie, le dijo: Hijo mío, ya que no vales para otra cosa, es de pedir que al menos seas un vago en condiciones. Así que hoy te voy a llevar con el tío Meterio, que es el más vago del pueblo, para que te enseñe a ser vago. Y esto hizo. Encontraron al tío Meterio tumbado debajo de una higuera disfrutando de la sombra. Tío Meterio, dijo el padre, aquí le traigo al chico para que le enseñe a ser vago. Pues que se tumbe a mi lado, dijo el tío Meterio. El muchacho se tumbó junto al maestro de vaguería y al rato una breva de la higuera le cayó en un ojo. Tío Meterio, dijo el chico, quiere usted llevarme la breva hasta la boca... es por no moverme. Chaval, dijo el tío Meterio, vete con tu padre que tú sabes de vagancia mucho más que yo.
Pues así ando yo. Sin tanto estilo como el del cuento pero bastante bajo de energía. Sin embargo, veo que la gente está animada y alegre. Será que no me llevo bien con el calendario.

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