jueves, 10 de noviembre de 2011

Jóvenes y alcohol

Si usted no trabaja en el kiosco de la enseñanza probablemente no esté enterado. ¿Sabía que en lo botiquines de los colegios no tenemos alcohol? Y no se debe a que se haya descubierto que es mejor lavar las heridas con agua oxigenada o con suero (lo mejor, por cierto, es agua y jabón Lagarto, receta de mi padre). El hecho de que no haya alcohol en el armario de las tiritas es para que ningún maestro se dé un trago de vez en cuando... insólito. Además está totalmente prohibido que la cocinera utilice vino para los guisos. Es decir, no podemos tener en los centros educativos nada que haya fermentado... a no ser la mugre que se forma entre los mapas de España por falta de uso.
Todo esto de la falta de alcohol en los centro educativos es pues una medida preventiva y... ¿educativa? Si mira hoy la prensa verá que los jóvenes se ponen bien de cubatas o lo que sea.
http://www.20minutos.es/noticia/1215466/0/alumnos-ESO/consumo-alcohol/borracheras/
O estamos haciendo algo mal o todos los menores de 25 años han nacido depravados. Yo me niego a creer lo segundo. Entonces ¿en qué estamos fallando?
Hace unos años los profesores que comían en el comedor de los colegios lo hacían con vino. Y sí, cielo santo, los niños los veían. Pero nunca he visto a un profesor que se emborrachara durante la comida. Ahora tenemos la Ley Seca y alguien, All Capone supongo, se está poniendo las botas a costa de los más jóvenes.

martes, 8 de noviembre de 2011

Buscando librerías

El problema para un autor desconocido está en la distribución de sus obras. Como vivo en la sierra de Madrid he decidido dejar un ejemplar de La conspiración de la mercerías en las librerías de los pueblos madrileños. Hoy he hecho el valle del Lozoya. Pero sólo he encontrado una papelería librería en Rascafría y dos en Buitrago del Lozoya. La conclusión es que he echado la tarde para colocar tres volúmenes. Por cierto, si usted tiene una librería por la zona de la sierra y quiere que le deje algún ejemplar no dude en mandarme un mensaje.
Lo curioso del asunto está en que apenas hay librerías. Esto quiere decir que no hay demanda. Lo que nos indica que eso de leer no está exactamente muy difundido.
Supongo que siempre ha sido así... creo que la relación debe de ser de más de veinte bares por una librería. Da lo mismo. En ninguno de los dos establecimientos te dejan fumar.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Publicidad del autor

LUGARES DONDE PUEDE CONSEGUIR LA NOVELA.


La conspiración de las mercerías. Por J.F. de la Cruz


1. Editorial Círculo Rojo - en internet-. La hay en versión digital y en papel.
http://www.libreriacirculorojo.com/lafabricadellibro/242586/la-conspiracion-de-las-mercerias.html
2. El Corte Inglés (hay que encargarla).
3. Librería "El duende", en La Cabrera, junto al Ayuntamiento.
4. Librería "Copial", en Soto del Real, carretera de Manzanares.
5. Centros Comerciales Madrid-París, Rascafría.
6. Librería Litabrum, Buitrago del Lozoya.
7. Librería Eclipse, Buitrago del Lozoya.
8. Ciberlibro, Guadalix de la Sierra

Rubalcaba versus Rajoy

Esta noche es el debate. Lo podremos ver todos en la tele. Pero de verdad, ¿hay alguien por ahí que esté esperando el debate para decidir después a quién vota?
Esto de los debates es igual que los combates de boxeo. Si yo soy seguidor de un púgil determinado, cuando éste boxea contra otro, yo sólo veo los golpes que él da. Es decir, únicamente me fijo en como boxea mi púgil preferido. Lo que hace el otro prácticamente no lo veo. Si luego la decisión de los jueces es que gana el contrario me quedaré absolutamente defraudado. ¿Cómo han podido ver tantos golpes del contrario si yo no he visto ninguno?
Pues esta noche será lo mismo. Los que ya tengan a Rubalcaba  como púgil preferido sólo van a ver los aciertos en las razones que el dé y prácticamente no escucharán lo que diga Rajoy. Y lo mismo va a suceder con los seguidores de Rajoy; que no van a escuchar lo que diga Rubalcaba.
Entonces, cabe preguntarse: ¿Para qué narices se hace el debate? Supongo que para agasajar en cierta medida a los seguidores de cada uno de los contrincantes. Se disfruta cuando se oye decir a otro algo que nosotros pensamos. Lo ves, diremos al cónyuge, eso es lo que digo yo siempre. Y si acaso, cuando escuchemos al contrario diremos... vete a saber lo que diremos.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Enseñanza pública

Al otro lado de la mesa, el hombre, con traje y corbata, revisaba mi expediente académico. Me miró con condescendencia.
- Veo que ha aprobado las reválidas en febrero.
Era verdad. El grupo de ciencias siempre se me ha atascado un poco.
- Disculpe, disculpe - dijo el hombre encorbatado - no me había dado cuenta de que ha estudiado usted en el Instituto de San Isidro. No hay problema con su expediente.
El Instituto de San Isidro, enseñanza pública, tenía tal prestigio que se daba por hecho que un aprobado suyo valía por un sobresaliente de un colegio privado. Y no era el único instituto de esta categoría.
¿Que le ha pasado a la enseñanza pública? ¿Dónde ha quedado el tiempo en el que los alumnos más torpes o menos interesados tenían que recurrir a pagar en un colegio privado? Ahora es al revés, los colegios privados de categoría hacen un examen de ingreso y si no lo pasas... que te enseñen en la pública.
Pedimos más recursos para enseñar a los alumnos, recursos materiales y humanos. Ya sé que eran otros tiempos, pero lo más moderno que yo vi en el San Isidro fue un tocadiscos. Pero los que eran de gran categoría, en general, eran los profesores. Pedimos más recursos pero nadie se atreve a pedir recursos mejores. Es decir, que las escuelas y universidades que forman a los profesores lo hagan mejor (ya estoy empezando a hacer "amigos"). Tengo claro que un profesor bueno enseña más que dos malos. Quiero decir que superado el número mínimo necesario para formar la plantilla de un centro educativo, no se mejora por tener un excedente de profesores. Se mejora cuando los profesores mejoran. ¿Estoy queriendo decir que los profesores no están formandos suficientemente? Pues de secundaria no puedo hablar porque mi campo es el de la primaria. Y sí. Los maestros no salen de la Escuela Normal con la preparación suficiente. (Ya sé que sigo haciendo "amigos"). Naturalmente que hay maestros jóvenes que, conscientes de su escasa preparación, estudian por su cuenta. Claro que hay maestros magníficos. Pero no es el sistema educativo quien los hace. 
La señora Aguirre se ha empeñado en que los profesores de instituto trabajen veinte horas... no sé que decir, los maestros de escuela hace muchos años que trabajamos treinta. Yo estaría encantado de que se hiciese la media aritmética y todos trabajásemos veinticinco (Ya no me va a hablar ningún profe de instituto). 
¿Enseñanza pública? Somos todos los que trabajamos en ella los que podemos mejorarla... sin dejar de exigir a los políticos que quemen de una vez todas las leyes educativas que han ido deteriorando curso a curso la enseñanza pública hasta convertir los centros educativos en guarderías para diferentes edades. Pero insisto en que somos cada uno de los docentes los que podemos y debemos mejorar la "pública". Y esto sólo lo podemos hacer mejorando nuestra preparación. Seamos de los recién salidos de la universidad o de los que ya llevamos casi treinta años en las aulas. Todos necesitamos seguir estudiando.
Y si he andado un poco ácido con este artículo será porque llevo muchos días sin fumar... o porque estoy harto de oír estupideces sobre la enseñanza.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Mercerías

Ya he publicado la novela La conspiración de las mercerías. El diseño de la portada ha quedado muy bonito. El interior ha quedado según mis entendederas razonablemente magnífico.
Pueden informarse en Editorial Círculo Rojo, está en la red, y si el momento les pilla un poco confusos hasta pueden comprarlo. También se empieza a distribuir en algunas librerías de la Sierra de Madrid. Mañana les pondré la ubicación exacta de algunas.

Me disculparán...

Supongo que alguno de ustedes, uno o dos, se estará preguntando por qué no ha habido ninguna entrada desde hace tiempo. Todo es culpa de la dentadura. Así como suena. Pues verán: Llega uno a una edad muy violenta y resulta que un día raro se le cae un diente. Descubre que tiene una cosa que los dentistas llaman enfermedad periodontal y que los demás llamamos piorrea. No queda más remedio que entrar en ese baile de ir al dentista y dejar que haga lo que le de la gana. Hasta ahí todo normal. Lo malo es que el dotor insiste en que el tabaco es malísimo para la dentadura y si se fuma en pipa, que es el caso, todavía peor. Y uno que es más tonto de lo que se creía promete no fumar hasta que le arreglen los dientes. Error. Y todavía peor. Lo promete delante de su mujer que es como un disco duro y registra estas cosas haciendo varias copias de seguridad. Desde mediados de septiembre lleva uno sin dar una calada. Ni una sola. Y les aseguro que escribir sin fumar es muy difícil.
La mujer de uno le asegura que la gente normal es capaz de dejar de fumar y uno argumenta que la gente normal no es capaz de escribir. O sea, o somos normales o no. Lo que no me vale, ya sé que soy intransigente, es ser normal para unas cosas y para otras no. Y ser normal implica no escribir... gran cosa.
No sé cuándo comencé a escribir. No sé cuándo comencé a fumar. Pero sé que fue al mismo tiempo. Letras con humo y humo literario. ¿Cómo es posible separar ambas cosas? Sé que sólo me entenderá algún escritor que fume.
Llevo sin fumar casi dos meses pero aviso: No pienso dejar de fumar. Me niego a ser un ex fumador. Digamos que soy un fumador filosófica y estéticamente convencido en excedencia forzosa.
Y como ahora lo único que se me ocurre es escribir un libro de epitafios... mejor no escribo más.