domingo, 16 de noviembre de 2014

Ojos de niño


            No sé si os he contado que la casa donde nací estaba en el Madrid de los Austrias. Se trata de un caserón de de mil setecientos y pico que fue una de las sedes de la Inquisición y que conserva, o al menos conservaba cuando yo vivía allí, unos cuantos fantasmas. Pero no os preocupéis que no voy a hablar de fantasmas. Eso lo dejo para otro día o para otra noche.

            Mi casa no era grande. Era muy pequeña. Un comedor de reducidas dimensiones en el que, no sé cómo, nos reuníamos toda la familia por Navidad, el dormitorio de mis padres que tenía dos puertas, se entraba por una o por otra dependiendo de en qué lado de la cama se quisiera un acostar porque ésta llegaba hasta la pared. Después un pasillito que tenía un ensanche y era donde se encontraba la cama donde dormíamos mi hermano y yo. Realmente, la cama no cabía en aquel hueco así que mi padre había horadado en el muro de piedra berroqueña, a base de maza y cincel, una especie de hornacina en la que entraban los pies de la cama. El pasillo moría en la cocina que tenía una puertecita que daba a un retrete con un lavabo. Aquello era un lujo que el resto de los vecinos de la misma planta no disfrutaban. Todos hacían uso de un retrete comunal que estaba en el patio de la casa. Esa era toda la casa. Sólo falta decir que la altura del techo sería de unos ciento sesenta y cinco centímetros (No me he equivocado: 1,65 metros) y a mitad de pasillo una viga bajaba unos veinte centímetros. Las visitas se daban unos cabezazos terribles.


            La única abertura a la calle era un balconcito. En él pasé horas mirando las tejas de la casa de enfrente, la chimenea que lanzaba sus primeros humos con las astillas que la señora Juliana había cortado con su pequeña hacha. El humo, blanco sobre azul, subía queriendo convertirse en nube. Y mis ojos lo seguían cabalgando sobre caballos blancos, corderos, dragones... siempre, por detrás de los seres quiméricos que el humo creaba, estaba el azul del cielo. Era un azul intenso y profundo que iba más allá de todos los azules. Un azul que sólo mis ojos de niño podían percibir. No he vuelto a ver un azul como aquel. Puede que exista pero mis ojos han cambiado. En aquel azul estaban todas las preguntas y todas las respuestas que podía formular la mente de un niño. Ahora me queda el recuerdo pero he perdido aquel azul.


viernes, 14 de noviembre de 2014

¿Libros de texto?

            Si el libro de texto es la herramienta idónea para la clase o si es preferible trabajar mediante proyectos, es decir materiales preparados por los profesores, es una pregunta antigua. Tan antigua que cuando comencé a dar clase, y de esto hace treinta y dos años, ya estaba en pleno debate. He trabajado de las dos maneras, con libros y sin ellos, y también utilizando métodos mixtos. La conclusión a la que he llegado como consecuencia de la experiencia de años es que, en lo general, es siempre más beneficioso para el alumno el libro de texto.

            Esto es así por diferentes motivos. En primer lugar está en la propia calidad de los proyectos. Aunque un proyecto sea excelente siempre está determinado por las cualidades del profesor que lo desarrolla. El proyecto no suele funcionar solo sino que necesita el impulso continuo del profesor. El problema surge cuando, por una baja o cualquier otro motivo el profesor que desarrolló el proyecto no está. He visto a profesores suplentes con verdaderos quebraderos de cabeza para saber por dónde iba la clase, para saber qué estaban dando. Otro problema es el envejecimiento de los proyectos. Hace unos años se veía a profesores cargados con montañas de fotocopias apolilladas a las que llamaban proyecto... y eso no es. Ahora se puede guardar en un pendrive todo ese material pero sigue siendo lo mismo.

            El libro de texto tiene el inconveniente del coste económico. Es verdad. Pero a cambio proporciona un material razonablemente adecuado para todo un curso. Además nos ofrece una garantía de continuidad en el caso de que el profesor titular falte. ¿Por dónde vais chicos? Y rápido contestan "por la siete". El suplente sabe qué tiene que trabajar.

            Dicho todo lo anterior tengo que manifestar mi gran preocupación. Veo profesores, viejos y jóvenes, que dedican la clase a corregir los deberes y a poner nuevos ejercicios para el día siguiente y, si da tiempo, los alumnos leen en el libro los temas que estén dando. No queda espacio para que los chicos pregunten sus dudas, sus inquietudes, para que comenten su propia experiencia en aquellas cosas que están relacionadas con la lección. De tal forma que el libro se convierte en un GPS para tontos. Tuerza en la próxima a la derecha. Después de doscientos metros gire a la izquierda.

            Maestro, maestra, el libro no es un GPS para obedecerlo como si fuera una voz divina. El libro es un mapa maravilloso que se puede recorrer en distintas direcciones; que se puede saltar y que está preparado para recibir tus comentarios, para admitir las cosas fantásticas que quieras contar a tus alumnos. También está dispuesto a recibir los comentarios de los chiquillos. Estén relacionados con la lección o no.


            Maestro, maestra, el libro es una guía flexible que te ayuda a organizar las clases. Es una ventana que se abre para que los alumnos te perciban y para que tú, y esto es fundamental, percibas a cada uno de los alumnos. Si todos los días entra algo de maravilla en la clase, te aseguro que la clase se convertirá en el milagro del aprendizaje.

lunes, 10 de noviembre de 2014

MIRA QUE VUELVO
              
            A los padres, a los alumnos y a los profesores les tengo que decir que pienso volver al colegio. Empiezo a recuperarme de una visita al "taller" que, de momento me tiene en el dique seco. Es verdad que la recuperación está siendo más lenta de lo que yo quisiera pero está siendo progresiva.

            Os aseguro que estoy deseando volver a decir "Buenos días - Good morning" a los alumnos, estoy deseando escaparme unos minutos del colegio para saludar a los padres en la entrada del colegio. Vuestras palabras, sugerencias y críticas me enriquecen y me ayudan para dirigir el centro. No es peloteo. Es puro pragmatismo. Cuando hablo con vosotros, los padres, estoy midiendo el grado de satisfacción con el ambiente del colegio desde vuestra perspectiva. Pero si os digo la verdad, lo que más me interesa es el nivel de la sonrisa de los niños cuando entran por la mañana.

            Estoy deseando, por último, reunirme con los profesores que son la riqueza del Pico de la Miel. Es muy fácil dirigir un centro educativo cuando se cuenta con un equipo de profesores como vosotros. A veces, tengo la sensación de que mi trabajo sólo consiste en estar. El verdadero trabajo lo realizáis vosotros con vuestro tesón, vuestra entrega y vuestra excelencia.

            No voy a decir que esté preocupado, durante esta convalecencia, por la marcha del colegio. Sé que ahí está mi equipo directivo que no es que sea bueno, es que es de lujo.

            Quiero volver lo antes posible al colegio, no por el colegio que sé que funciona perfectamente sin mí, sino por mí mismo. El Pico de la Miel es parte fundamental de mi vida desde hace diecisiete años. Así que... mira que vuelvo.
Jesús Fco. de la Cruz Gil

Director

martes, 4 de febrero de 2014

La escuela y las artes escénicas



             No sabemos cómo va a ser el futuro. Sólo sabemos que nuestros alumnos son el futuro.
            La sociedad cambia a un ritmo vertiginoso. Las situaciones varían de un año para otro de tal forma que nos es imposible aventurar qué puede suceder. Durante los dos primeros tercios del siglo pasado el futuro tenía un grado de previsibilidad razonable. Un alumno que cursara sus estudios hasta obtener un título universitario sabía que iba a encontrar un trabajo adecuado a su nivel y a sus conocimientos. El esfuerzo estaba recompensado por la situación laboral que se obtenía. A partir del último tercio de siglo la sociedad fue acelerando sus cambios de una manera exponencial hasta llegar a la actualidad. Hoy en día, no podemos hacer planes de futuro porque desconocemos cómo va a ser. Trabajamos confiando en que cuanto más firme sea la formación de un alumno más posibilidades va a tener de salir adelante cuando termine sus estudios. Pero, realmente, trabajamos a ciegas.
            Un alumno que entre en nuestro centro en el segundo ciclo de Educación Infantil, va a estar tres años en esta etapa, después cursará seis años en Educación Primaria para terminar con cuatro cursos de Educación Secundaria Obligatoria. En definitiva, este alumno terminará su enseñanza obligatoria dentro de trece años. En el caso de que siga estudiando habrá que sumar los años de Bachiller y de Universidad. Estamos hablando de diecinueve o veinte años de media.
            Todo el currículo que se implementa desde los tres años de edad tiene que ir encaminado a fortalecer el proceso de aprendizaje y a resultar útil para la vida del alumno. Los centros educativos somos los responsables de dotar a los alumnos de las competencias necesarias para poder desenvolverse ante los problemas que les puedan surgir en el futuro. El problema está en que no tenemos ni idea de qué tipo de problemas son los que el alumno va a tener que solucionar. Desconocemos totalmente cómo va a ser la sociedad y qué es lo que va a exigir de cada individuo. La situación actual es que trabajamos sin conocer el destino de nuestro trabajo.
            Ante esta realidad sólo caben dos opciones. Una es caer en la melancolía y trabajar desconfiando de la bondad de nuestro trabajo. Esta opción no es viable. La siguiente es buscar soluciones ante la situación educativa en que nos encontramos.
            Este proyecto se fundamenta en la búsqueda de soluciones ante el problema del desconocimiento del futuro. Ante una situación social que requiere una innovación continuada en el proceso de enseñanza y aprendizaje, creemos firmemente que la solución tiene que ser clásica para poder ser innovadora de una manera perdurable. Y la solución no es otra que el poder ofrecer a nuestro alumnado una formación integral. Una formación que se base en el aprendizaje profundo de los contenidos que se exponen en los currículos de Infantil y Primaria, y en su complemento a través del fomento de la creatividad.
            La creatividad es un concepto muy amplio y del que se viene hablando en el ámbito educativo desde hace tiempo. Solemos entender este concepto como algo relacionado con la capacidad que tienen los artistas para elaborar obras relacionadas con el mundo del arte: artes plásticas, música, danza, arquitectura, etc. No descartamos esta concepción de la creatividad. La creatividad artística es positiva en sí misma y, por ello, la fomentaremos en los alumnos en la medida que nos sea posible. Pero el concepto de creatividad del que hablamos para nuestro centro es otro.
            Entendemos por creatividad la capacidad de los individuos de encontrar soluciones ante problemas nuevos. Este concepto se imbrica firmemente con el desarrollo de las competencias básicas, o como quiera que se llamen en otros momentos, es decir, con las habilidades necesarias para salir adelante en la vida. La creatividad es, entonces, la utilización de distintas habilidades para solucionar problemas diferentes. Cuando hablamos de creatividad tenemos que ser cautos. La creatividad no es aplicable a ciertos procesos de aprendizaje. Un texto mal escrito no manifiesta creatividad sino desconocimiento de las reglas ortográficas. El aprendizaje de las tablas de multiplicar no es creativo, sólo requiere esfuerzo y consolidación de la memoria. Cómo utilicemos el algoritmo de la multiplicación sí es producto de la creatividad.
            La pregunta que se deduce del concepto de creatividad es si todos los alumnos son individuos creativos. Es filosofía de este centro considerar que todos los alumnos tienen creatividad. Pero hemos de decir que cada alumno tiene una creatividad que se manifiesta de diferentes maneras. En muchas ocasiones los centros educativos no somos capaces de encontrar la forma en que cada alumno puede manifestar su creatividad. El fracaso más evidente de un centro de primaria es que un alumno pase por sus aulas durante nueves años y no hayamos sido lo suficientemente sensibles para encontrar sus aspectos creativos.
            Para que podamos encontrar los aspectos creativos de los alumnos, hemos de recurrir a un concepto previo: el talento. La tercera acepción de la palabra talento del diccionario de La RAE define talento como “Persona inteligente o apta para determinada ocupación”. Consideramos que todos los niños tienen talento pero que todos los talentos no son iguales. Hay ciertos tipos de talentos que son fácilmente detectables en una escuela. El talento para escribir, para leer, para desarrollar dinámicas numéricas, es decir, ocupaciones propias del currículo de una escuela rápidamente se manifiestan y son detectadas por los maestros. Una vez detectados estos talentos es fácil desarrollarlos.  Pero el talento que puede tener un alumno para apagar fuegos, para hacer montajes eléctricos, para curar enfermedades, etc., sólo se manifiesta como un futurible y es difícil de detectar y de desarrollar.
            Consideramos que la única manera de detectar los talentos de los alumnos es crear en la escuela espacios en los que se puedan manifestar. Es evidente que en un centro de Infantil y Primaria no podemos tener un parque de bomberos, una subestación eléctrica ni un hospital. Lo que sí podemos ofrecer son espacios en los que los alumnos desde los tres a los once años puedan manifestar sus tendencias, sus aptitudes y, en el mejor, de los casos el resultado de su talento.
            La percepción del talento de cada alumno es el reto fundamental del profesor. Todos los alumnos tienen talento pero en algunos casos existe una fuerte dificultad para encontrarlos. Es frecuente que alumnos que formalmente no van bien en sus estudios tengan un talento profundo, que no manifiestan, y que puede ser lo que les haga desarrollarse integralmente como personas. Un alumno de este centro tenía serias dificultades para aprender todo lo referente al lenguaje. Tardó más de lo normal en aprender a leer y no llegó a alcanzar un nivel adecuado para su edad. Tampoco logró escribir más allá de cómo lo haría un alumno de primero de Educación Primaria. Sin embargo, este alumno manifestó desde el principio un talento en el que superaba con creces al resto de los compañeros y profesores. Sus dedos, sus manos, hacían sonar cualquier instrumento de percusión con la misma calidad que lo haría un profesional. Evidentemente la educación de este alumno tenía que tener como referencia la música, la percusión concretamente. En este campo el alumno se encontraba seguro. Los tambores reafirmaban su personalidad y hacían que fuese sociable y cooperador. El único mérito del centro fue percibir el talento de este alumno y procurar que lo desarrollase. En otros casos la situación no es tan clara. Nos esforzamos por ser sensibles y aún así hay alumnos que se nos escapan sin que seamos capaces de descubrir su verdadera personalidad.
            Con este proyecto pretendemos que el centro ofrezca a sus alumnos, y también a padres y profesores, espacios físicos y temporales para que puedan manifestar sus talentos.  El proyecto se basa en que el centro disponga tres ámbitos de manifestación de talentos. Estos son el teatro, el circo y la música.
            Estos tres aspectos de la escena son perfectamente complementarios entre sí. De tal manera, los tres se entrelazan para llegar a formar un todo, un espectáculo conjunto para que los alumnos lleguen a la culminación de la representación. Esto es, el resultado de un trabajo cooperativo. Además, teatro, circo y música no suponen un menoscabo del currículo de los alumnos. Los tres se insertan en las asignaturas que el currículo nos demanda. El teatro es una disciplina que se instala felizmente en la asignatura de Lengua y Literatura. Supone un enriquecimiento para la materia y una motivación extra para los alumnos. Igualmente, el circo se inserta en la asignatura de Educación Física dotándola de una plasticidad añadida. En el centro el circo se concreta en la modalidad de acrosport y malabares. La música, y en concreto la Banda, es un enriquecimiento para la asignatura de música y el complemento perfecto para el circo y el teatro.
            No descartamos que en un futuro teatro, circo y música se vean enriquecidos por otras artes como la danza y las artes plásticas.
            Las tres artes escénicas que planteamos como inicio de este proyecto son un fin en sí mismas pero son algo más. Son el medio para desarrollar los talentos ocultos de los alumnos. Son un medio para que la creatividad de cada individuo se manifieste. Son una herramienta para desarrollar el trabajo cooperativo. Y, finalmente, son el medio para desarrollar la inteligencia emocional y la inteligencia ejecutiva de cada uno de los alumnos.
            Por último, las artes escénicas son, y en ello confiamos, la plataforma para que nuestros alumnos lleguen a ese futuro incierto con garantías de éxito vital.

Del Proyecto de Artes Escénicas
del CEIP Pico de la Miel
de La Cabrera, Madrid 

sábado, 21 de septiembre de 2013

La enseñanza pública

        La enseñanza pública puede y debe ser la mejor que se imparta en España.
       Este postulado puede parecer simplemente el sueño de un visionario. Es posible. Pero para que deje de ser un sueño, para que el sueño tome una dirección hacia la realidad hace falta que se pongan en marcha distintos factores.
       En primer lugar, hemos de ser conscientes de que tiempo atrás el prestigio de la "pública" estaba muy por encima de cualquier titulación privada. Después, en algún recodo del camino, el prestigio de la enseñanza pública se quedó olvidado. Pero se puede volver a encontrar.
       En segundo lugar, el cuerpo de profesores que imparten enseñanza en la "pública" es el que ha pasado por más pruebas de selección. Se sobreentiende que es el más preparado. ¿Qué es, entonces, lo que falta? Probablemente sea la convicción de que se puede hacer un trabajo que tienda a la excelencia y el entusiasmo por hacerlo. ¿Puede el profesorado recobrar este entusiasmo y esta convicción? La respuesta es sí.
      En tercer lugar, desde los centros públicos tenemos que convencer a los ciudadanos, que son los padres de nuestros alumnos, de que la enseñanza que ofrecemos es la mejor. Esto se hará posible si los profesores estamos convencidos de ello y si nuestro trabajo es impecable.
    En último lugar, es necesario que las administraciones proporcionen a sus centros de los recursos necesarios para llevar a cabo su trabajo. Probablemente, los profesores tengamos que convencer a las administraciones de que merece la pena confiar en nosotros porque, sinceramente, creo que ellas también han perdido la convicción de que la enseñanza publica es la ideal.
       El asunto de los recursos que necesita la enseñanza pública es digno de mención. Está claro que sin los recursos materiales y humanos imprescindibles, un centro educativo no puede llevar adelante su tarea educativa. Pero de esto, que es una realidad, a creer que la sobredotación de recursos supone un incremento en la mejora de la enseñanza va un trecho. Los años en que la escuela publica ha estado más dotada, y me refiero a un pasado inmediato, han sido los que han dado unos resultado más bajos en los conocimientos adquiridos por nuestros alumnos. No es la abundancia de recursos lo importante, sino su calidad.
      Los docentes tenemos mucho que exigir a las administraciones. Tenemos que exigir calidad en los nuevos profesores para poder dar calidad a los alumnos. Tenemos que exigir coherencia en el sistema educativo para poder ser coherentes en las clases. Tenemos que exigir confianza en nuestro trabajo para poder confiar nosotros mismos en lo que hacemos. Y para poder lograr todas estas exigencia tenemos que luchar cada día. Pero la lucha del docente no puede ni debe ser dejar de dar clase. Cada día que se deja de dar clase se pone un guijarro más en los cimientos del totalitarismo. Porque no hay nada más proclive al totalitarismo que la incultura.
       La verdadera lucha de los profesores de la "pública"
está en proporcionar a sus alumnos una enseñanza que sea la envidia de cualquier centro privado.
      Quizá llegue un día en que se nos recrimine desde las distintas instancias oficiales que estamos quitando alumnado a la enseñanza privada. A eso debemos tender y por eso tenemos que luchar... porque se puede.




lunes, 8 de octubre de 2012

Federalismo... sí.

Oigo y leo, que el partido socialista catalán está por el federalismo. La dificultad está en que no termina de explicar en qué consiste su idea de tal modo de organización política. Es posible que ante las inminentes elecciones dé por fin una explicación clara de cuál es su idea. O quizá no termine de explicar nada para que, precisamente, no tengamos una idea clara de la idea en cuestión. No vaya a ser que se les vea el plumero.
Yo, particularmente, me declaro federalista. No tengo dudas. Y voy a intentar explicar mi idea de federalismo.
En primer lugar hay que decir que federal viene de federare que en latín significa unión. ¿Ah, entonces federarse significa unirse? Parece que sí.
En segundo lugar conviene saber que el federalismo es una doctrina política que busca el que distintas entidades políticas deleguen parte de su soberanía para crear una entidad que esté por encima de cada una de las entidades. Es decir un grupo de "individuos políticos" se une para formar un individuo de rango superior. En gramática parda, varios estados pequeños se asocian (se federan) para formar un estado de mayor entidad (o sea, bueno).
En tercer lugar, hay que tener en cuenta que los estados federados renuncian a la política exterior que queda en manos del estado federal.
Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, no veo posible una federación de las actuales comunidades españolas. No es posible porque sencillamente ya están unidas (por más que les pese a algunos). Sí sería posible una federación ibérica que uniese a Portugal, Andorra y España, por poner un ejemplo.
El asunto del federalismo asimétrico que algunos defienden no es, para mi, más que una excusa para tener privilegios dentro del conjunto de la sociedad española. Recuerden que vascos y navarros tienen privilegios en relación con los impuestos y aportan al conjunto de España menos de los que España les da a ellos. Esto viene de la historia y está plasmado en nuestra constitución. Si se puede cambiar la constitución es otro asunto. Los que piden federalismo asimétrico quieren tener el mismo estatus impositivo que vascos y navarros pero dándole un nombre que les aporte entidad propia. Ustedes me entienden.
Pero he dicho que soy decididamente federalista. Indudablemente. Ya es hora de que el conjunto de pequeños países formen un estado federal que aglutine a todos. Pero no me refiero al provincianismo español. Me refiero a los distintos estados que tiene que terminar formando la Federación Europea.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Hemos tirado un tesoro

Esta mañana mientras conducía iba escuchando por la radio a un eurodiputado hablar sobre asuntos de economía nacional e internacional. Este señor, del que por desgracia no recuerdo el nombre, es italiano y estaba dialogando con el locutor en un español perfecto. La última pregunta ha sido ¿cómo ha aprendido usted a hablar tan buen español? Bueno, ha contestado, me ayudan mis amigos los eurodiputados españoles y además el latín me ha dado la base para la mayoría de las palabras y sobretodo de los verbos. El locutor, que no era otro que Carlos Herrera, ha dicho: está claro que este hombre no estudió con la ESO.
Y yo he seguido conduciendo y pensando que en pocos años hemos tirado al basurero uno de los tesoros culturales que este país tenía. No es que nuestros alumnos no sepan latín. Es que no saben que el latín existió. Y los romanos sólo son una excusa para hacer películas... seguramente piensen, nuestros alumnos, que los romanos son una especie con tanto fundamento histórico como los elfos o los hobbits.
Hace un par de siglos cualquier universitario podía viajar por Europa hablando la lengua culta común que era el latín. Hoy el inglés se ha extendido por todos los aeropuertos y el norte de Europa... pero a los del sur nos cuesta hablar la lengua de Margaret Thacher (no digo la lengua de Shakespeare porque lo que él hablaba no es lo que se habla ahora). 
Esto de perder el latín, y la cultura clásica que lo acompaña, fue culpa originalmente de la Iglesia. Desde el Concilio Vaticano II, en 1962, se quito el latín del rito católico en beneficio de las lenguas vernáculas. ¿Y qué hicieron las mentes más progresistas, más laicas y más anticlericales del mundo de la educación? Pues lo que hicieron fue copiar a la Iglesia. En consecuencia consiguieron que poco a poco el latín desapareciera de nuestro mundo educativo. 
¿Se imaginan un colegio bilingüe en el que se hablara español y ...? Lo dejo en manos de su fantasía.