viernes, 14 de noviembre de 2014

¿Libros de texto?

            Si el libro de texto es la herramienta idónea para la clase o si es preferible trabajar mediante proyectos, es decir materiales preparados por los profesores, es una pregunta antigua. Tan antigua que cuando comencé a dar clase, y de esto hace treinta y dos años, ya estaba en pleno debate. He trabajado de las dos maneras, con libros y sin ellos, y también utilizando métodos mixtos. La conclusión a la que he llegado como consecuencia de la experiencia de años es que, en lo general, es siempre más beneficioso para el alumno el libro de texto.

            Esto es así por diferentes motivos. En primer lugar está en la propia calidad de los proyectos. Aunque un proyecto sea excelente siempre está determinado por las cualidades del profesor que lo desarrolla. El proyecto no suele funcionar solo sino que necesita el impulso continuo del profesor. El problema surge cuando, por una baja o cualquier otro motivo el profesor que desarrolló el proyecto no está. He visto a profesores suplentes con verdaderos quebraderos de cabeza para saber por dónde iba la clase, para saber qué estaban dando. Otro problema es el envejecimiento de los proyectos. Hace unos años se veía a profesores cargados con montañas de fotocopias apolilladas a las que llamaban proyecto... y eso no es. Ahora se puede guardar en un pendrive todo ese material pero sigue siendo lo mismo.

            El libro de texto tiene el inconveniente del coste económico. Es verdad. Pero a cambio proporciona un material razonablemente adecuado para todo un curso. Además nos ofrece una garantía de continuidad en el caso de que el profesor titular falte. ¿Por dónde vais chicos? Y rápido contestan "por la siete". El suplente sabe qué tiene que trabajar.

            Dicho todo lo anterior tengo que manifestar mi gran preocupación. Veo profesores, viejos y jóvenes, que dedican la clase a corregir los deberes y a poner nuevos ejercicios para el día siguiente y, si da tiempo, los alumnos leen en el libro los temas que estén dando. No queda espacio para que los chicos pregunten sus dudas, sus inquietudes, para que comenten su propia experiencia en aquellas cosas que están relacionadas con la lección. De tal forma que el libro se convierte en un GPS para tontos. Tuerza en la próxima a la derecha. Después de doscientos metros gire a la izquierda.

            Maestro, maestra, el libro no es un GPS para obedecerlo como si fuera una voz divina. El libro es un mapa maravilloso que se puede recorrer en distintas direcciones; que se puede saltar y que está preparado para recibir tus comentarios, para admitir las cosas fantásticas que quieras contar a tus alumnos. También está dispuesto a recibir los comentarios de los chiquillos. Estén relacionados con la lección o no.


            Maestro, maestra, el libro es una guía flexible que te ayuda a organizar las clases. Es una ventana que se abre para que los alumnos te perciban y para que tú, y esto es fundamental, percibas a cada uno de los alumnos. Si todos los días entra algo de maravilla en la clase, te aseguro que la clase se convertirá en el milagro del aprendizaje.

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