martes, 12 de abril de 2011

El vuelo de Yuri

De todas las noticias que traen hoy los periódicos sólo me ha interesado el aniversario del primer vuelo en el espacio de un hombre. El 12 de abril de 1961 los soviéticos ganaban por la mano a los estadounidenses y conseguían colocar en órbita una nave con un cosmonauta dentro. Yuri Gagarin, una especie de héroe y kamikace suicida, fue capaz de subirse en un cacharro más parecido a los cohetes del pueblo que a otra cosa. El antecedente que tenía era el vuelo de la perra Laika. Con Laika nadie se preocupó de que la nave pudiera regresar a La Tierra. Parece que con Gagarin apretaron un par de tuercas para que, si había mucha suerte, la cápsula pudiera volver más o menos. El caso es que volvió.
Con Yuri Gagarin cambiaron las cosas. Unas se perdieron, otras se ganaron. Se perdió, o yo que tenía cinco años, perdí, la ilusión de que más allá del azul del cielo hubiera ángeles volando. Se perdió, o yo perdí, el concepto mágico de la vida, esa creencia en que allí donde no llegaba la experiencia propia empezaba lo maravilloso, lo inconcebible. Más allá del azul sólo estaba el negro del espacio. Se perdió, yo perdí, la creencia. Pero se ganaron otras cosas. Se ganó un punto de comprensión de nuestra realidad. Se ganó certeza de que estábamos en un minúsculo punto del universo y bastante solos. Se ganó la posibilidad de avanzar como especie y de llegar a logros mayores.
Es probable que la guerra fría posibilitara la salida al espacio. El "pique" entre rusos y americanos hizo que se invirtiera en la investigación espacial en ambos bloques. Si la guerra no hubiese sido fría, posiblemente los presupuestos habrían ido a inventos más dañinos. Y si no hubiese habido guerra fría, ninguna tensión, los presupuestos habrían ido a engrosar comisiones sin ningún provecho real. Ya saben que actualmente la carrera espacial anda muy desmejorada.
Hace cincuenta años levanté la cabeza y vi en un cielo profundamente azul un pequeño punto luminoso. Yo creía que era un ángel. Mi hermano me explicó que era una nave espacial. Hoy pienso que probablemente yo tenía razón. Únicamente que el ángel se llamaba Yuri Gagarin y tiene todo mi agradecimiento.

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