domingo, 17 de abril de 2011

La playa

Por culpa de las vacaciones estoy en la playa, literalmente a doscientos metros de la playa. Y estoy porque mi familia tiene una tendencia crónica a pasar aquí el tiempo libre. No me opongo... pero quedo sumido en un mar de melancolía.
Nunca he sabido si la playa es donde comienza el mar o donde empieza la tierra. Será según se mire, supongo. Pero la playa es una frontera definida, y sólo desplazada unos metros por el ir y venir de las olas, entre dos mundos. Nací en el centro de la Península, en el lugar más alejado de todos los mares que la rodean. Puede que esto condicione mis sentimientos hacia el mar cercanos a Jorge Manrique.
El mar es el paso hacia otro mundo. Es el viaje hacia el reino de los muertos. Es la Laguna Estigia de los clásicos. Cuando estoy cerca del mar siento a Caronte rondando y exigiendo una moneda que pague sus servicios por el viaje hacia el Hades.
Cuando rara vez me acerco a la playa y, sobretodo en tiempo de ocio, veo miles de personas tumbadas o sentadas sobre la mancillada arena, mirando al horizonte marino, no puedo sustraerme al pensamiento de miles de almas esperando su turno para alcanzar la otra orilla. El más allá. El mar, como la muerte, es hipnótico y persistente y atrae con sus latidos en forma de ola la atención de los que están cercanos. Veo miles de almas condenadas irremediablemente a su destino. Monotonía adormecedora de olas que van sustrayendo la atención de todo lo que no sea el mar.
Antes tenía una visión más humorística y comparaba nuestras playas abarrotadas de humanos con esas playas abarrotadas de focas y leones marinos. Pieles lustrosas y brillantes por naturaleza en las focas, por aceites y ungüentos en las personas, todas brillando al sol y al resol de la arena. La diferencia está en que los humanos utilizan la playa para asomarse al mar, mientras que las focas la utilizan para asomarse a la tierra.
Arena, algas, aceite, arena, arena, la playa. El mar paciente y sin clemencia nos espera, como a los ríos, sabiendo que antes o después llegaremos a su profundo seno.

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