martes, 10 de mayo de 2011

La ventana

Hace algún tiempo, había un hombre que vio cómo un rayo de sol entraba por una ventana. Pensó: "Si cierro la ventana, la luz no podrá escaparse". Desde aquel día, vivió en la oscuridad buscando un rayo de sol.
No creo que se quejen de que este cuento es largo y pesado. Pero ¿por qué lo pongo? Porque estoy pensando que nos perdemos muchas cosas de la vida, o yo me las pierdo, en cuanto sentimos la necesidad de atraparlas, de hacerlas de nuestra propiedad. No voy a entrar en la comparación, fácil por cierto, de cuántos han perdido la vivienda al no pagar la hipoteca por querer hacer suya la casa. Hoy estoy un poco lírico y prefiero hablar de los sueños (¿he escrito lírico u onírico?). Ustedes ya lo saben, cuando al despertar tenemos en la memoria retazos de un sueño no hay nada mejor para olvidarlo que tratar de recordar. Se ve que los sueños, tan ligeros, no caben en la densidad del pensamiento. El intento de recordar es como las ventanas que el idiota del cuento iba cerrando para que el sol no se escapase, el sueño en vez de quedarse en nuestra memoria se queda fuera en esa especie de "nube" a la que sólo se accede dormido.
Hace tiempo que no recuerdo ningún sueño. Ni lo intento. Prefiero soñar despierto. Es barato. Pero mis sueños son cada día más sencillos y suelo soñar cosas que terminan haciéndose realidad. Procuro abrir las ventanas para que el sol, lo sueños, entren cuando quieran. En ocasiones disfruto de sueños ajenos, en otras sé que mis sueños se esparcen y llegan hasta otros.
He visto que un rayo de sol acaba de entrar por la ventana. Voy a cerrarla para que no se escape.

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