lunes, 30 de mayo de 2011

Algo me sentó mal

El viernes pasado algo comí que me sentó mal porque el sábado cumplí cincuenta y cinco años. Así, como suena, cincuenta y cinco años, cincuenta y cinco giros al sol, yo prefería un giro de Contador, cincuenta y cinco tacos, castañas, primaveras, hierbas... y no sé en dónde se me han ido. Decía alguien con buen criterio que no es lo mismo la experiencia de cincuenta y cinco años que la experiencia de un año repetida cincuenta y cinco veces. Yo me veo en la segunda opción. No tengo sensación de experiencia acumulada sino repetida o, más bien, perdida. Intento encontrar el punto de inflexión en el cual me hice mayor, si es verdad que me he hecho mayor.
Por un lado, no sé si he dicho esto ya antes, me aburren las conversaciones de persona mayor... y también las de los jóvenes. No me interesa prácticamente nada lo que se dice en los mentideros porque ya lo he oído antes en alguna parte. Solamente hablo de cosas de "mayores" en el trabajo y porque me pagan por hacerlo.
Por otro lado, tengo una enorme decepción vital, será que me acerco al nihilismo. Consiste en que cuando era un niño y, después, un joven, pensaba que los adultos pensaban y hablaban de cosas más consistentes que las que yo podía pensar con mi corta edad. Pues no. Llegas más allá del medio siglo y descubres que los que te rodean no piensan en nada interesante. Y lo que es peor, descubro que yo no pienso en nada que sea interesante. O sea, la decepción no es con los demás. Es conmigo mismo.
Lo que sí es cierto es que estoy contento de haber llegado a esta edad a todas luces violenta. Estoy contento porque según los augures de la salud el malvado tabaco ya tenía que haberme llevado a los Infiernos (entiéndase Infiernos en su sentido clásico y no en el católico). Pues nada, sigo encendiendo la pipa y, oye, ni una tos. Lo bueno de la estadística es que se puede contradecir individualmente.
Me fastidia, eso sí, que en los ambientes en los que me muevo cada vez encuentro personas de más edad que yo. Y tanto joven marea un poco.
Cuando cumplí tres, sólo tres, años salí a la puerta de la calle y le dije al primer señor que pasaba: "Tengo tres años". El señor, que era educado, me dio la enhorabuena. Ahora, no me atrevo a decir al primero que pasa "Tengo cincuenta y cinco años". Probablemente diga que no tiene suelto y salga disparado. Aunque, si lo pienso, la cosa tiene su gracia...
Será la bacteria de los pepinos o cualquier otra cosa, pero algo me cayó mal y cumplí cincuenta y cinco.

1 comentario:

  1. Bueno, no te preocupes, que lo que te haya sentado mal se cura cuando tengas próxima la cita de los sesenta. Entonces te sentará mal otra cosa y ¡Zasss! cumples sesenta. Duele un poco al principio, pero luego gusta, como si te diera cierto prestigio.
    Cuando el viernes la policía, los mossos, con una actuación desmesurada, intentaron desalojar, perdón, limpiar, la plaza Cataluña de Barcelona, formamos una barrera de "venerabilis" para impedirlo. Y, de momento, lo impedimos, lo impedimos por nuestro frente, pero había otros mas débiles, mas jóvenes, y por ahí atacaron sin piedad. Fue una cuestión de edad.

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