miércoles, 8 de junio de 2011

Una mala racha

Me dice uno de mis lectores, de mis pocos lectores, que ando últimamente muy tristón. Que casi siempre hablo del pasado, que parece que, para mi, los tiempos pasados siempre fueron mejores. Pues sí y pues no.
Creo que los tiempos pasados no fueron mejores que los actuales, aparte de que antes tenía pelo. El presente siempre es el mejor momento posible porque el el único momento que existe de verdad. Además, me lo paso mejor ahora que cuando tenía diez, quince o veinte años. Lo bueno del momento presente, sobre todo cuando ya llevas unos años por aquí, es que no tienes que aparentar nada. Eres como eres. Ya no tengo que ocultar que no me gusta el pescado ni la playa o que me encantan los toros, los libros y el tabaco.
Lo que sí puede ser es que ande un poco cansado. Pero cansado está todo el mundo a estas alturas si se trabaja en el kiosco de la educación. El final de curso y todo eso. Por otro lado, mi escepticismo aumenta en todos los terrenos, consecuencias del leer. Creo en pocas cosas. Estoy intentando hacer un recuento de las cosas en las que creo y de momento no tengo ninguna, pero más adelante ya daré con ellas. Ya he dado con una. Creo en el absurdo. El absurdo, que insistentemente se manifiesta en nuestras vidas, es maravilloso porque o te suicidas o te dejas llevar por el sentido del humor. Lo segundo resulta mucho más sano que lo primero. El sentido del humor, creo, es lo que fundamentalmente nos hace humanos. Todo lo demás de la utilización de las manos, el cerebro, el lenguaje articulado y otras chorradas, no son más que justificaciones para sentirnos más seguros. Todos los seres humanos tienen lenguaje ergo el lenguaje nos hace humanos. Toma claro. Y todos los toreros tienen montera, luego la montera nos hace toreros.
Unamuno, este tío sí que pensaba, llega a la conclusión de que la incertidumbre es la única salida que tienen los hombres. Estoy de acuerdo. Lo que pasa es que la incertidumbre es consecuencia del absurdo vital y no deja de tener gracia. Seguro que los dioses, los verdaderos, los del Olimpo, es decir los inventados por el hombre, deben de rabiar. "La de desgracias que enviamos a los hombres y todavía les queda tiempo para reírse". Que se fastidien los dioses.
Que no estoy triste. Que sólo se trata de una mala racha... o de que no he sabido expresarme. También puede ser que esté muy preocupado por la conspiración de los merceros, pero esto lo dejo para otra ocasión.

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