jueves, 23 de junio de 2011

Confesiones

No se trata de las confesiones de San Agustín ni de las confidencias de Visconti. Es algo más sencillo. ¿Saben que la mitad de lo que estoy escribiendo en La conspiración de las mercerías es cierto? El protagonista, que aunque en la historia todavía no se ha dicho, se llama Ildefonso Lendínez. Mi abuelo se llamaba Ildefonso. Lendínez es el apellido de un compañero del colegio. Manolo es un amigo real que no sabe nada de cerraduras pero que es un magnífico electricista y un imponente trasegador de cerveza. Algunas frases, como "que diría el gitano", son literalmente suyas.
El protagonista soy yo, por eso escribo la historia en primera persona. En realidad nos parecemos poco. Mi vida real es mucho más ordenada. Pero hay similitudes como que toco el violonchelo y fumo en pipa. También es verdad que siento pánico si tengo que entrar en una mercería. He de admitir que tengo problemas con el Sol sostenido del Preludio y que también estoy ensayando cosas de Mozart y de Shubert. El disfraz de artesano espeso se debe a que tengo cierta aversión a esta raza de "artesanos" que se empeñan en ahorrar el agua de nuestros embalses y que también ahorran energía... trabajando lo menos posible. La camisa negra y los tirantes blancos forman parte del atuendo de un quinteto de cuerda real. El otro día estuvimos tocando ante un público en el que abundaban los "artesanos". Y lo que tocamos fue "Por una caveza", como el pobre violinista que es aplastado por una camioneta de repartos. Ah, lo de escribir caveza, así con uve, es porque de tal manera aparece en las partituras de Gardel, aunque no sé la razón.
El mundo en el que se mueven los personajes es un mundo real a medias. Lo modifico a conveniencia. Está claro que no conozco a nadie que gane dinero a raudales tocando el violonchelo. Pero para eso son las narraciones, para contar lo que a uno le da la gana. No se trata de hacer una novela costumbrista y menos una crónica.
Recuerden que pueden adquirir un ejemplar de "La conspiración de las mercerías" a la salida en el vestíbulo del teatro.

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