sábado, 19 de marzo de 2011

Las tres catástrofes

Está visto que los conflictos vienen de tres en tres. Puede que se trate de ciclos o simplemente de consecuencias que se producen por causas desconocidas. Hace unos días se me desconfiguró el ruter debido a una sucesión de apagones del fluido eléctrico, a continuación se estropeó la caldera y me quedé sin calefacción y sin agua caliente. Puede que esto se debiera al tema de los apagones... Por último, tercer conflicto, se me estropea el coche y no puedo arrancarlo. Ya tenemos los tres conflictos. Espero que se haya terminado el ciclo.
En el terreno internacional tenemos otros tres conflictos. El primero, terremoto y tsunami de Japón con sus consecuencias nucleares. El segundo, el desastre de Libia que nos hace entrar en guerra. Parece que falta muy poco, si no han empezado ya, para que los nuestros bombardeen las posiciones de Gadafi. El conflicto de Libia no es más que la punta de la pirámide de todo lo que está sucediendo en el mundo islámico. Y la verdad, no sabemos en qué puede terminar todo esto. El tercer conflicto pertenece solamente al ámbito nacional. Se trata de algo que parece irrelevante pero no lo es. El tercer conflicto, decía, es lo de Torrente. Don Santiago Segura, que por otro lado me cae estupendamente, ha movilizado a la sociedad española con un producto que sigue la línea más cutre de nuestra realidad social.
En España poca gente va al cine y menos gente va a ver cine español. Sin embargo, ha respondido como si le hubieran tocado un resorte secreto y acude masivamente a ver a la Esteban, al Rivera y otros personajes representantes de nuestra tradición televisiva más lamentable. Cabe preguntarse en qué punto nos encontramos socialmente para responder con gran número de espectadores ante un producto de está índole.
La culpa no es de Santiago Segura, que, oye amiguete... felicidades, sino de todos los que estamos esperando que nos presenten en la pantalla nuestro lado más impresentable.
Lo dicho, tres catástrofes, Japón, Gadafi y Torrente... pero sin mariconadas.

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