martes, 29 de marzo de 2011

El copago

Ya han empezado los cánticos, y parece que no son de sirena, sobre la necesidad del "copago" en sanidad y en educación. ¿Copago? ¿Cómo que copago? Supongo que querrán decir repago. Porque, hasta ahora los gastos de sanidad y de educación, me refiero a la pública, quien los pagaba era el Estado. No olvidemos que todos los gastos que hace el Estado para el bien de sus ciudadanos, todos, todos los gastos digo, salen del bolsillo del propio ciudadano. Todo, todo, lo que el Estado hace es a cuenta de ese salario que el Estado se toma del trabajo de cada uno de nosotros. Es decir, los impuestos, nuestro dinero, son los que pagan los hospitales, los colegios, a los maestros, a los policías, a los funcionarios que funcionan y a los que no, a los políticos y a los advenedizos a la política. Incluso de nuestro dinero sale una gran parte del presupuesto de las películas españolas y en éstas sí que se produce el "repago": pagamos la película con los impuestos y la volvemos a pagar cuando vamos al cine.
Pues parece que con la sanidad y con la educación va a pasar lo mismo. Primero las pagaremos con los impuestos y después las volveremos a pagar cuando las usemos. Esta situación me parece un poco, cómo diría yo... insistente. Si yo me dedicara a fabricar alpargatas y le exigiera a usted que pagase todos los gastos de fabricación, incluido mi propio salario,  estaría muy feo que cuando usted necesitara un par de alpargatas yo se las cobrara. ¿O no?
No niego que sea necesario más dinero para sanidad y educación. Hay dos soluciones. O bien se hace una distribución de los impuestos que sea capaz de solventar las necesidades de educación y sanidad. O bien se bajan los impuestos y cada uno paga lo que le corresponda por el uso de hospitales y colegios. O sea, a la americana. Lo que no es de recibo es que me cobren dos veces por lo mismo.
La última pregunta es: ¿leerá esto algún ministro o alguien que tenga mano en asuntos de impuestos?

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