viernes, 1 de julio de 2011

SGAE

De entrada el nombre, SGAE, parece una agencia de espías de la época de la KGB. No quiero decir que lo sean, pero, según cuentan, tienen espías en todas partes. No sale a la luz nada de lo que ellos tengan registrado sin que se enteren y sin que se pague el impuesto correspondiente.
Soy el primero en defender que los autores tienen que vivir de lo que crean. Aunque, la verdad, yo creo muchas cosas y ninguna me ha dado ni un céntimo. El problema está en la rigidez con la que aplican la ordenanza.
Hace unos meses, queríamos que los chicos vieran una película sobre ajedrez. El único local para poder llevar a todos los alumnos de una vez es un centro cultural que está frente al colegio. Me fui a negociar. Con el local no había ningún problema. Nos lo cedían gratuitamente. Pero si queríamos poner una película teníamos que pagar doscientos euros  para la SGAE. Pero si la película la llevábamos nosotros... es igual. No pudimos hacer que los chicos supieran un poco más de ajedrez. Doscientos euros es mucho dinero para un colegio público.
Ahora, parece que están investigando a esta sociedad general de autores españoles. No digo nada. Los jueces decidirán si hay delito o no y si lo hay quiénes están implicados. No quiero anticiparme y culpar a nadie, pero es increíble que haya que pagar por que nuestros alumnos aprendan.
Por otro lado, Ildefonso y Paula ya están en Italia. No les ha pasado nada relevante excepto que el Ilde cada día está más enamorado. No sabemos lo que piensa Paula. Es una chica misteriosa.
Si usted tiene el mal vicio de leer, pique en El misterio de las mercerías, a su derecha.

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