lunes, 1 de octubre de 2012

Los deberes sin padres

Aviso: Esto es otro artículo pedagógico.

Hablando del asunto de los deberes de los escolares, hemos de hacernos, como mínimo, dos preguntas. A saber, ¿qué son los deberes? Y ¿para qué sirven? Si somos capaces de contestar a estas dos cuestiones puede que clarifiquemos en qué consiste el proceso del trabajo de los escolares en casa.
Los deberes son un trabajo que el alumno hace fuera de la clase y sin la ayuda del profesor. Así de sencillo. Pero nos podemos plantear si verdaderamente es necesario este trabajo fuera del aula. Con la antigua, antiquísima digamos, EGB hubo una época en la que se descartaron los deberes. Es decir, estaba prohibido poner deberes a los niños. No todos los maestros hicimos caso. Después, las altas jerarquías de la educación decidieron que sí había que poner deberes pero que estos no podían ser repetitivos. En la actualidad cada maestro decide qué pone y cuánto pone a sus alumnos. A la pregunta de si es necesario el trabajo fuera del aula contesto rotundamente que sí. Siempre que sea fuera de la clase y sin la ayuda de ningún profesor.
¿Para qué sirven los deberes? Los deberes sirven para afianzar la autonomía y la responsabilidad del alumno. La autonomía se afianza cuando el chico (supongo que todo el mundo sobreentiende que también me refiero a "la chica") es capaz de, de manera cotidiana, o sea a diario, dirigir su propio aprendizaje resolviendo trabajos. La responsabilidad se va adquiriendo a medida que el alumno hace costumbre este trabajo autónomo. Entonces, la adquisición de responsabilidad se resiente si hace falta que el padre o la madre digan "que te pongas, de una santa vez, a hacer los deberes".
Lo fundamental es que el alumno se ponga solo a hacer los deberes y que los haga solo (reitero la palabra solo por su importancia).
Cuando papá, o mamá, o ese primo que sabe tanto, tienen que ponerse todos los días con el chico a hacer los deberes alguien se está equivocando. Probablemente se equivoquen los padres, doy por hecho que el alumno ya está equivocado, y también, atención a esto, probablemente se esté equivocando el maestro.
Cuando se mandan a los alumnos unos deberes que no pueden hacer solos, lo deberes están equivocados... y el maestro también. Estamos negando la autonomía y por tanto la consecución de responsabilidad.
Cuando el alumno abre sus cuadernos para hacer las tareas, tiene que estar a priori convencido de que es capaz de hacerlas. Esto implica que el grado de dificultad de lo que se manda para casa ha de estar por debajo de lo trabajado en la clase. Y algo fundamental: Los deberes nunca son el trabajo que no ha dado tiempo a terminar en clase.
Disculpen este rollo pedagógico pero ya había avisado.

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