lunes, 7 de noviembre de 2011

Rubalcaba versus Rajoy

Esta noche es el debate. Lo podremos ver todos en la tele. Pero de verdad, ¿hay alguien por ahí que esté esperando el debate para decidir después a quién vota?
Esto de los debates es igual que los combates de boxeo. Si yo soy seguidor de un púgil determinado, cuando éste boxea contra otro, yo sólo veo los golpes que él da. Es decir, únicamente me fijo en como boxea mi púgil preferido. Lo que hace el otro prácticamente no lo veo. Si luego la decisión de los jueces es que gana el contrario me quedaré absolutamente defraudado. ¿Cómo han podido ver tantos golpes del contrario si yo no he visto ninguno?
Pues esta noche será lo mismo. Los que ya tengan a Rubalcaba  como púgil preferido sólo van a ver los aciertos en las razones que el dé y prácticamente no escucharán lo que diga Rajoy. Y lo mismo va a suceder con los seguidores de Rajoy; que no van a escuchar lo que diga Rubalcaba.
Entonces, cabe preguntarse: ¿Para qué narices se hace el debate? Supongo que para agasajar en cierta medida a los seguidores de cada uno de los contrincantes. Se disfruta cuando se oye decir a otro algo que nosotros pensamos. Lo ves, diremos al cónyuge, eso es lo que digo yo siempre. Y si acaso, cuando escuchemos al contrario diremos... vete a saber lo que diremos.

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