miércoles, 26 de septiembre de 2012

El camarero y la democracia

Ayer dejé bien claro que no estoy de acuerdo con los que convocan y van a las manifestaciones entorno al Congreso. Que si me tengo que poner del lado de alguien no dudaré es estar al lado de los que defienden el orden público y de los políticos que hemos elegido entre todos. Pero una cosa no quita la otra.
El señor Alberto Casillas, camarero de profesión, nos dejó ayer una imagen de esas que se quedan grabadas en la memoria colectiva. Vemos cómo se enfrenta a un policía para decirle que en su bar no se entra a perseguir a nadie. La imagen de este hombre recuerda a Manolita Malasaña llevando municiones a los insurrectos de Monteleón, a Agustina de Aragón liándose a cañonazos contra los franceses o a Cascorro armado con su lata de gasolina. Una imagen épica. En su bar no se entraba y punto. Probablemente sepa este hombre más de democracia que todos los manifestantes juntos porque la lleva en los genes. Y no era una cuestión de ser de izquierdas, ya que, como él mismo dice, es votante del PP y no está muy de acuerdo con los manifestantes. Era una cuestión de integridad. En su bar no se entraba con la porra en alto.
Otra cosa son los valientes que tiene detrás amparados por su camisa de camarero y por los redaños del que la viste.
Al camarero, toda mi admiración. A los manifestantes, nada.

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