No sabemos cómo va a ser el futuro.
Sólo sabemos que nuestros alumnos son el futuro.
La
sociedad cambia a un ritmo vertiginoso. Las situaciones varían de un año para
otro de tal forma que nos es imposible aventurar qué puede suceder. Durante los
dos primeros tercios del siglo pasado el futuro tenía un grado de
previsibilidad razonable. Un alumno que cursara sus estudios hasta obtener un título
universitario sabía que iba a encontrar un trabajo adecuado a su nivel y a sus
conocimientos. El esfuerzo estaba recompensado por la situación laboral que se
obtenía. A partir del último tercio de siglo la sociedad fue acelerando sus cambios
de una manera exponencial hasta llegar a la actualidad. Hoy en día, no podemos
hacer planes de futuro porque desconocemos cómo va a ser. Trabajamos confiando
en que cuanto más firme sea la formación de un alumno más posibilidades va a
tener de salir adelante cuando termine sus estudios. Pero, realmente,
trabajamos a ciegas.
Un
alumno que entre en nuestro centro en el segundo ciclo de Educación Infantil, va
a estar tres años en esta etapa, después cursará seis años en Educación
Primaria para terminar con cuatro cursos de Educación Secundaria Obligatoria. En
definitiva, este alumno terminará su enseñanza obligatoria dentro de trece
años. En el caso de que siga estudiando habrá que sumar los años de Bachiller y
de Universidad. Estamos hablando de diecinueve o veinte años de media.
Todo
el currículo que se implementa desde los tres años de edad tiene que ir
encaminado a fortalecer el proceso de aprendizaje y a resultar útil para la
vida del alumno. Los centros educativos somos los responsables de dotar a los
alumnos de las competencias necesarias para poder desenvolverse ante los
problemas que les puedan surgir en el futuro. El problema está en que no
tenemos ni idea de qué tipo de problemas son los que el alumno va a tener que
solucionar. Desconocemos totalmente cómo va a ser la sociedad y qué es lo que
va a exigir de cada individuo. La situación actual es que trabajamos sin conocer el destino de nuestro trabajo.
Ante
esta realidad sólo caben dos opciones. Una es caer en la melancolía y trabajar
desconfiando de la bondad de nuestro trabajo. Esta opción no es viable. La
siguiente es buscar soluciones ante la situación educativa en que nos
encontramos.
Este
proyecto se fundamenta en la búsqueda de soluciones ante el problema del
desconocimiento del futuro. Ante una situación social que requiere una innovación
continuada en el proceso de enseñanza y aprendizaje, creemos firmemente que la
solución tiene que ser clásica para poder ser innovadora de una manera
perdurable. Y la solución no es otra que el poder ofrecer a nuestro alumnado
una formación integral. Una formación que se base en el aprendizaje profundo de
los contenidos que se exponen en los currículos de Infantil y Primaria, y en su
complemento a través del fomento de la creatividad.
La
creatividad es un concepto muy amplio y del que se viene hablando en el ámbito
educativo desde hace tiempo. Solemos entender este concepto como algo
relacionado con la capacidad que tienen los artistas para elaborar obras
relacionadas con el mundo del arte: artes plásticas, música, danza,
arquitectura, etc. No descartamos esta concepción de la creatividad. La
creatividad artística es positiva en sí misma y, por ello, la fomentaremos en
los alumnos en la medida que nos sea posible. Pero el concepto de creatividad
del que hablamos para nuestro centro es otro.
Entendemos
por creatividad la capacidad de los individuos de encontrar soluciones ante
problemas nuevos. Este concepto se imbrica firmemente con el desarrollo de las
competencias básicas, o como quiera que se llamen en otros momentos, es decir,
con las habilidades necesarias para salir adelante en la vida. La creatividad
es, entonces, la utilización de distintas habilidades para solucionar problemas
diferentes. Cuando hablamos de creatividad tenemos que ser cautos. La
creatividad no es aplicable a ciertos procesos de aprendizaje. Un texto mal
escrito no manifiesta creatividad sino desconocimiento de las reglas ortográficas.
El aprendizaje de las tablas de multiplicar no es creativo, sólo requiere
esfuerzo y consolidación de la memoria. Cómo utilicemos el algoritmo de la
multiplicación sí es producto de la creatividad.
La
pregunta que se deduce del concepto de creatividad es si todos los alumnos son
individuos creativos. Es filosofía de este centro considerar que todos los
alumnos tienen creatividad. Pero hemos de decir que cada alumno tiene una
creatividad que se manifiesta de diferentes maneras. En muchas ocasiones los
centros educativos no somos capaces de encontrar la forma en que cada alumno
puede manifestar su creatividad. El fracaso más evidente de un centro de
primaria es que un alumno pase por sus aulas durante nueves años y no hayamos
sido lo suficientemente sensibles para encontrar sus aspectos creativos.
Para
que podamos encontrar los aspectos creativos de los alumnos, hemos de recurrir
a un concepto previo: el talento. La tercera acepción de la palabra talento del
diccionario de La RAE
define talento como “Persona inteligente o apta para determinada
ocupación”. Consideramos que todos los niños tienen talento pero que todos los
talentos no son iguales. Hay ciertos tipos de talentos que son fácilmente
detectables en una escuela. El talento para escribir, para leer, para
desarrollar dinámicas numéricas, es decir, ocupaciones propias del currículo de
una escuela rápidamente se manifiestan y son detectadas por los maestros. Una
vez detectados estos talentos es fácil desarrollarlos. Pero el talento que puede tener un alumno
para apagar fuegos, para hacer montajes eléctricos, para curar enfermedades,
etc., sólo se manifiesta como un futurible y es difícil de detectar y de
desarrollar.
Consideramos que la única manera de
detectar los talentos de los alumnos es crear en la escuela espacios en los que
se puedan manifestar. Es evidente que en un centro de Infantil y Primaria no
podemos tener un parque de bomberos, una subestación eléctrica ni un hospital. Lo
que sí podemos ofrecer son espacios en los que los alumnos desde los tres a los
once años puedan manifestar sus tendencias, sus aptitudes y, en el mejor, de
los casos el resultado de su talento.
La percepción del talento de cada
alumno es el reto fundamental del profesor. Todos los alumnos tienen talento
pero en algunos casos existe una fuerte dificultad para encontrarlos. Es
frecuente que alumnos que formalmente no van bien en sus estudios tengan un
talento profundo, que no manifiestan, y que puede ser lo que les haga
desarrollarse integralmente como personas. Un alumno de este centro tenía serias
dificultades para aprender todo lo referente al lenguaje. Tardó más de lo
normal en aprender a leer y no llegó a alcanzar un nivel adecuado para su edad.
Tampoco logró escribir más allá de cómo lo haría un alumno de primero de
Educación Primaria. Sin embargo, este alumno manifestó desde el principio un
talento en el que superaba con creces al resto de los compañeros y profesores. Sus
dedos, sus manos, hacían sonar cualquier instrumento de percusión con la misma
calidad que lo haría un profesional. Evidentemente la educación de este alumno
tenía que tener como referencia la música, la percusión concretamente. En este
campo el alumno se encontraba seguro. Los tambores reafirmaban su personalidad
y hacían que fuese sociable y cooperador. El único mérito del centro fue
percibir el talento de este alumno y procurar que lo desarrollase. En otros
casos la situación no es tan clara. Nos esforzamos por ser sensibles y aún así
hay alumnos que se nos escapan sin que seamos capaces de descubrir su verdadera
personalidad.
Con este proyecto pretendemos que el
centro ofrezca a sus alumnos, y también a padres y profesores, espacios físicos
y temporales para que puedan manifestar sus talentos. El proyecto se basa en que el centro disponga
tres ámbitos de manifestación de talentos. Estos son el teatro, el circo y la música.
Estos tres aspectos de la escena son
perfectamente complementarios entre sí. De tal manera, los tres se entrelazan
para llegar a formar un todo, un espectáculo conjunto para que los alumnos
lleguen a la culminación de la representación. Esto es, el resultado de un
trabajo cooperativo. Además, teatro, circo y música no suponen un menoscabo del
currículo de los alumnos. Los tres se insertan en las asignaturas que el currículo
nos demanda. El teatro es una disciplina que se instala felizmente en la
asignatura de Lengua y Literatura. Supone un enriquecimiento para la materia y
una motivación extra para los alumnos. Igualmente, el circo se inserta en la
asignatura de Educación Física dotándola de una plasticidad añadida. En el
centro el circo se concreta en la modalidad de acrosport y malabares. La música, y en concreto la Banda, es un enriquecimiento
para la asignatura de música y el complemento perfecto para el circo y el
teatro.
No descartamos que en un futuro
teatro, circo y música se vean enriquecidos por otras artes como la danza y las
artes plásticas.
Las tres artes escénicas que
planteamos como inicio de este proyecto son un fin en sí mismas pero son algo más.
Son el medio para desarrollar los talentos ocultos de los alumnos. Son un medio
para que la creatividad de cada individuo se manifieste. Son una herramienta
para desarrollar el trabajo cooperativo. Y, finalmente, son el medio para
desarrollar la inteligencia emocional y la inteligencia ejecutiva de cada uno
de los alumnos.
Por último, las artes escénicas son,
y en ello confiamos, la plataforma para que nuestros alumnos lleguen a ese
futuro incierto con garantías de éxito vital.
Del Proyecto de Artes Escénicas
del CEIP Pico de la Miel
de La Cabrera, Madrid